Los mundos imaginarios de Wes Anderson, cuyo cine está lleno de fantasía, ironía, surrealismo y mucho color, visitan desde este lunes la Cinemateca Francesa, en una exposición que muestra el rico proceso creativo del más francés de los cineastas estadounidenses actuales.
Trajes originales, fotografías de gran tamaño, cuadernos y notas manuscritas sobre guiones, diálogos, maquetas y todo tipo de objetos utilizados en los rodajes pueblan esta muestra, que abre una ventana sobre el peculiar universo creador de Anderson (Houston, 1969), realizador, guionista y productor, que ha dirigido 29 títulos, incluidos cortos y anuncios publicitarios.
Anderson emerge en la Cinemateca como un gran fabulador que, como coguionista concibe y edifica desde el principio la historia de sus filmes y en sus otras facetas desarrolla de forma minuciosa, hasta en el detalle más minucioso, tanto la trama como en el vestuario, el trabajo de la cámara o los decorados.
Sus películas se caracterizan por la creación de mundos peculiares -a menudo superpuestos-, con frecuencia en ciudades y países inexistentes, y con personajes muy especiales, a veces estrafalarios o llenos de imperfecciones, pero tratados siempre con una enorme humanidad y mucha ternura.
Técnicamente, destacan sus movimientos de cámara, la construcción de universos paralelos y, sobre todo, la forma de construir los planos: con frecuencia simétricos y con paletas de colores muy vivos; a menudo saturados, hasta el punto de que parecen cuadros en movimiento con un cierto aire de irrealidad.
Su fantasía le lleva a crear objetos específicos, a veces surrealistas, para complementar los ricos decorados o alimentar la trama. Varios de ellos se muestran en esta exposición.
Igualmente fabrica objetos únicamente para el rodaje, como las máquinas del motel de 'Asteroid City' que no venden refrescos sino una delirante oferta de cócteles, terrenos y municiones, o las criaturas marinas de 'Live Aquatic'.
En ello ha tenido una gran influencia su paso por las películas de animación, igual que su creciente afición por utilizar maquetas.
EFE